viernes, 4 de marzo de 2011

Emilia Romagna: Un paraíso gastronómico


Acabo de volver de mi tercera visita a esta región italiana que, como buena gastronómada, se ha convertido en mi favorita de Italia. La primera vez que fui allí fue para asistir a un partido de Osasuna y descubrí una región maravillosa dominada por los placeres de la mesa. Después he vuelto en dos ocasiones por diferentes motivos. El motor es también un atractivo de esta región donde tienen sus sedes Ferrari, Maserati, Ducati y otras famosas firmas italianas, pero este post estará dedicado a sus atractivos culinarios, que por si solos suponen una excusa perfecta para visitar Emilia Romagna.



La región acoge algunas de las Denominaciones de Origen más famosas del país. Un viaje gastronómico por este paraíso culinario al norte de Italia puede comenzar en Parma, una pequeña ciudad famosa sobre todo por sus dos productos estrella: el jamón de Parma (nada que envidiar al jabugo aunque es un jamón curado muy rico, con una curación menor, más fresco) y el queso parmesano (Parmigiano Reggiano) uno de los quesos que más me gustan, curado y con un picorcito que lo hace perfecto para acompañar un vino. Los quesos parmesanos son enormes, como ruedas de molino y se venden por pezzi, trozos. Es por trozos irregulares como se sirve también en muchos bares de Parma como aperitivo o como tapa. Uno no puede abandonar Parma sin probarlo y sin visitar alguna de las salumerias (charcuterías) donde podrás disfrutar de una variedad increíble tanto de quesos como de embutidos. 

La gastronomía y los productos de calidad son tan importantes para esta zona que en Parma existe incluso un Museo de la comida (Musei del cibo) o mejor dicho cuatro museos tematizados: museo del Parmigiano, del tomate, del jamón y de los embutidos. En los alrededores de Parma se pueden visitar numerosas queserías e incluso existe una Ruta del Jamón asociada al vino de la región que permite conocer mejor estos productos. Otro producto estrella de la zona son las setas, especialmente el Boletus (Fungo Porcino) que también cuenta con una ruta temática. y, como no, la trufa negra también tiene su ruta en Parma.


Dejamos atrás Parma, salivando aún, para dirigirnos a la segunda parada de la ruta: Módena. Esta pequeña ciudad con su bonita catedral inclinada, esconde el secreto de la elaboración del vinagre más famoso y preciado del mundo. Porque lo que nosotros conocemos no es el auténtico vinagre de Módena. El viajero lo percibe inmediatamente cuando ve el precio de las pequeñas botellitas en las que se vende el Aceto Balsamico envejecido en barrica. Como no podía ser de otra forma, el Vinagre balsámico de Módena tiene también su museo temático.


Los amantes del motor no pueden dejar de visitar la cercana localidad de Maranello, donde tiene su sede Ferrari. En este mismo blog hay información sobre una visita temática a este pueblo, pero como este es un post gastronómico, no puedo dejar de citar el Ristorante Montana junto al circuito de Fiorano, donde Rossella ha dado de comer a varios campeones del mundo, famosos de todos los campos y cientos de aficionados al motor que se acercan a su casa llena de recuerdos de Ferrari. No esperéis una carta, cada día cambian el menú y es cantado. Os sugiero un variado de pastas para conocer las creaciones de Rossella (la lasagna de esparragos es sublime) y una tagliata al rosmarino, una carne deliciosa. Los postres están a la altura del resto de la comida. 


La última parada de este viaje es Bolonia, la ciudad roja. Una ciudad universitaria con un mercado entre callejuelas que es una delicia para los sentidos. "A Bologna si mangia in un anno quello che a Venezia si mangia in due, a Roma in tre, e quanto basta per cinque anni ai torinesi e per venti ai genovesi" Ippolito Nievo. Esta cita, sacada de una lectura de mi libro de italiano resume los placeres que esperan al viajero gastronómada en esta ciudad. A la cita añadiría que en esta zona no sólo se come mucho, sino que se come muy bien y a buen precio. Lo más típico de Bolonia es la mortadela (no la esperéis cortada en finas lonchas, aquí se corta en trozos) y los tortellini, que se comen en caldo (in brodo) o con la panna (con salsa de nata) Nuestra salsa boloñesa, allí yo no la he encontrado, lo cual resulta más que curioso. Otra curiosidad de Bolonia es que sirven en café con huevo, como lo oís. Con un vasito de sabayon amarillo que convierte el espresso en un delicioso café con crema de huevo.


No os marchéis de la región sin probar una pizza. Eso si, tened en cuenta que no hay que pedir nada mas. ¡¡¡Son enormes!!! 


Para pedir folletos gastronómicos y de otras temáticas de Emilia Romagna pinchad aquí

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