miércoles, 31 de julio de 2013

Alma Pamplona. Una experiencia "porque yo lo valgo"

En mi cuadrilla somos muy de quedar a comer. Como cada uno es de una ciudad, alternamos Bilbao, Pamplona, Logroño y otros lugares a los que viajamos. En esta ocasión tocó Pamplona, más concretamente el Hotel Muga de Beloso, en un entorno natural único a un paso del centro de Pamplona. Un plan perfecto para un domingo soleado.




Empezamos nuestro día "porque yo lo valgo" con una visita al spa. Elegante, como todo el hotel, decorado sobriamente en negro con lo básico para relajarse en sus camas de busbujas y activarse con los chorros a presión, sauna seca y húmeda y un pequeño gimnasio equipado con manzanas y agua. Tienen un solarium estupendo en el que en días soleados es una delicia estar.

De ahí al jardín, segunda etapa del "porque yo lo valgo" a tomar un vermú, o una Alhambra helada, o un Barbadillo fresquito con un plato de jamón y unas almendritas. Un aperitivo con toque sureño dio paso al menú: unas tortillitas de camarón bien crujientes y deliciosas. Cómo estarían que no nos dio tiempo ni a sacarle foto ;-)

El menú de verano es amplio y suculento. Empezamos por un detalle del chef en forma de paté de perdiz escabechada (esto recuerda a las tapas granadinas, que sin empezar a comer ya íbamos por 3 rondas y 3 platos)

El festival comenzó con unos chipironcitos fritos sobre un salteado de hongos y verduras. La fritura en su punto exquisito y las verduritas al dente y con un sabor intenso.

El segundo de la tarde consistió en una ensalada templada de txangurro, donde un pequeño pastel caliente de marisco se combinaba con lechugas y verduras rizadas acompañadas por una vinagreta de caviar. Sencillamente sublime.

De tercer entrante y ya al borde del éxtasis unos huevos rotos. En el menú son con jamón, pero Carlos nos los cambió por hongos que tenía. Esto es lo bueno de tener buenos ingredientes frescos. Los hongos estaban deliciosos, pero los huevos y las patatas pochadas de la base no se quedaban atrás. El conjunto, superior.

De plato principal elegimos la especialidad de la casa: una fideua caldosa de gamba, sepia y rodaballo... Los arroces y fideuas de Alma siempre están deliciosos. En este caso, el caldo cremoso invitaba a repetir... pero una ya no es la que era y fui incapaz.



Había que dejar sitio al postre, que además para agasajar a l@a adict@s al chocolate fueron dos: el del menú con frutas asadas con helado de naranja y crujiente de arroz negro (deliciosas las frutas y el helado y muy sorprendente el crujiente) y un coulant de chocolate con helado de pimienta rosa alucinante. Ambos helados estaban riquísimos pero me confieso muy fan de la pimienta rosa y en helado junto al chocolate estaba de muerte. Todo este homenaje gastronómico nos costó 39€ (copas y vermú aparte)


Para terminar... nueva visita al jardín para un refresco en forma de gintonic. Un marco ideal para acabar la tarde con buena conversación, amigos y un atardecer encargado. Desde luego que merece la pena la visita a este oasis pamplonés



¡Salud!


NOTA: Fotos cedidas por Amaia Markuleta y David Continente

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