Soy de las que piensa que para una
escapada romántica no hace falta más que la compañía adecuada, pero si el lugar elegido además tiene unas
tapas estupendas, unos rincones encantadores y una temperatura de escándalo, el resultado es un
fin de semana de ensueño en Sevilla.
Desde Pamplona a Sevilla hay un largo camino, pero una parada en mitad del trayecto, a la altura de Guijuelo repone a cualquier viajero. Nos acercamos a la plaza del pueblo, elegimos una cafetería,
Los Ángeles, y acertamos de pleno. Un plato de
huevos con jamón, cortado a cuchillo en ese mismo momento y media barra de pan por cabeza. Listos para seguir viaje.
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Huevos con jamón recién cortado. Cafetería Los Ángeles. Guijuelo |
Tras casi 1000 kilómetros en coche, disfrutando de la
Ruta de la Plata y las dehesas extremeñas llegamos a Sevilla. Nuestro hotel en esta ocasión fue el
Melia Lebreros que era el que mejor oferta tenía en Booking a una distancia corta del centro. Habíamos reservado una habitación standard (parte del hotel está reformado y otra parte no) pero como esperamos 5 o 10 minutos en recepción a que nos atendieran nos dieron una superior en compensación. La verdad es que no nos pareció tanto la espera así que muy agradecidos.
En 10 minutos estábamos de nuevo en la calle rumbo a la primera de las recomendaciones que me había hecho mi compañera Paula, sevillana de pro. Nos dijo:
La mejor fritura de pescado la encontraréis en la Freiduría Puerta de la Carne. Ansiosos por volver a probar el adobo, allá que fuimos dando un paseo. Milagrosamente encontramos sitio en la terraza, pedimos dos cervezas y pasamos dentro a pedir la fritura (hay que pedirla en la barra y la venden a peso) Nos dieron un cucurucho de adobo y sobre el mismo papel le dimos el primer bocado a la gastronomía sevillana. ¡Esto empieza bien!
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Adobo en la Puerta de la Carne |
Tras reponer fuerzas, nos adentramos por el barrio de Santa Cruz y entre sus callejuelas, en la Calle Fabiola nos encontramos el
Taberna Fabiola, otra paradita para probar unos b
oquerones y unas papas aliñás. Vamos cogiendo ritmo.
Seguimos el recorrido y al girar la esquina vemos un bar abarrotado de gente que disfrutaba en la calle de la buena temperatura.
No hay mejor detector de un buen sitio. Así descubrimos
"La Fresquita", un lugar curioso donde los haya. La música de
Semana Santa invade el pequeño local que emite las procesiones por sus pantallas de TV (salvo el día que jugó el Betis) y sus paredes están también llenas de fotos y recuerdos sobre la Semana Santa Sevillana. Su diminuta cocina ofrece múltiples tapas. Nosotros probamos los típicos
caracoles y cabrillas, que te comes como pipas.
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La Fresquita, esencia de la Semana Santa sevillana |
Seguimos nuestra ruta para llegar a otro de esos bares con la acera llena.
Taberna Peregil. Aunque en realidad se llama la Goleta, es un pequeñisimo bar, junto a un restaurante más amplio. El pequeño despacho de vino ha resultado ser uno de nuestros lugares favoritos. No sólo por la comida y el
vino de naranja, un descubrimiento peligroso, sino por el paisanaje que se acerca a su barra que va desde sevillanos hasta guiris. Allí probamos, además del mentado vino de naranja que es una especie de moscatel aromatizado, un
salmorejo de escándalo y los
chicharrones de Cádiz, saladitos, para que dé doble de sed. La decoración del pequeño bar no tiene desperdicio. No os lo perdáis, pero cuidado con el vino de naranja que con un par cuesta hasta andar.
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Decoración de la taberna Peregil |
Saliendo del Peregil, con los ojos un poco nublados por el vino de naranja, seguimos recorriendo la calle Mateos Gago, guiados por la atracción de la Giralda, que deslumbra en la noche sevillana iluminada recortando el cielo.
Pero no os dejéis deslumbrar mucho porque a vuestra izquierda está uno de los lugares más típicos de Sevilla:
Las Columnas. Después de perdernos, a propósito, varias veces por todo el barrio de Santa Cruz puedo asegurar que todos los caminos llevan a Las Columnas, porque allí es donde aparecíamos después de todos los paseos. Todas estas visitas nos permitieron degustar varias de sus muchas tapas anunciadas en sus pizarras y que van borrando según se terminan al final de la jornada. La más famosa, la
pringá, pero también otras deliciosas:
tortillitas de camarón, adobo y unas berenjenas con miel de chuparse los dedos.
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Tortillitas de camarón. Las Columnas |
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Berenjenas con miel. Las Columnas |
Pero si hay una recomendación que se puede hacer en Sevilla esa es perderse por el barrio de Santa Cruz. Paseando, disfrutando de los rincones con encanto y perdiendo la noción del tiempo mientras probamos algunos platillos típicos sevillanos como las
espinacas con garbanzos (no preguntéis dónde porque para esa hora ya no sabíamos dónde estábamos)
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Espinacas con garbanzos y albóndigas en algún lugar desconocido de Santa Cruz |
Pero no se puede estar perdido mucho tiempo con buenos amigos que recomiendan lugares imprescindibles. Uno de esos lugares es
el Rinconcillo, del que se dice que es el bar más antiguo del país. Cuando llegamos, acababan de abrir y ciertamente parece que hubiéramos hecho un viaje en el tiempo 4 siglos atrás.
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El Rinconcillo. Abierto desde 1670 |
Las coquinas que nos sirvieron nos devolvieron al siglo XXI y la diversión siguió con la llegada de decenas de turistas extranjeros buscando lo más típico. Cuando empezaba a llenarse, nos hicieron la cuenta en la barra y nos alejamos un poco hacia un entorno más tranquilo.
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Coquinas. El Rinconcillo |
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La cuenta. El Rinconcillo |
Los Terceros se encuentra en la plaza del mismo nombre, un lugar más tranquilo pero con encanto y un buen lugar para probar frituras como los buñuelos de bacalao o las anchoas fritas.
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Buñuelos de Bacalao |
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Boquerones fritos |
En la misma plaza, con un estilo muy diferente:
La huerta mediterránea. Un estilo completamente diferente, menos clásico, con oferta de cocina internacional y vegetariana. Una nota exótica para cambiar la ruta más tradicional.
Perdidos por Santa Cruz, entre paseo y cañas, vinos y tapas, dimos con otro local histórico: el
Bar Estrella donde seguimos los consejos de un cliente que estaba intentando comprar un jamón entero después de probar una tapa de jamón. Pues tiene que estar bueno, pensamos, y sí, estaba más que bueno. Con ese brillito que tiene el
jamón rico, una tapa simple, pero irresistible.
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Jamón del que brilla en Bar La Estrella |
Un fin de semana perfecto entre tapas, paseos, cañas, paseos, vinos, paseos... con una temperatura deliciosa, un entorno de película, buena gastronomía, flamenco, caballos, azahar y, sobre todas las cosas, la mejor compañía.
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Atardecer en Sevilla |
Grandioso viaje! ese jamon se ve delicioso
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