martes, 1 de noviembre de 2016

La nueva Burdeos y su Cité du Vin merecen una visita

Hacía muchos años que no visitaba Burdeos. Lo hice justo cuando inauguré este blog con mi visita a Burdeos y Saint Emilion y tenía muchas ganas de volver. Sobre todo desde que abrieron la Cité du Vin, el museo vinícola que Burdeos se merecía. En mi anterior visita ya comentaba que la exposición cutre que tenían como museo del vino no estaba a la altura ni de la ciudad ni del vino de Burdeos, el actual sí lo está.

La Cité du Vin. El museo del vino que le faltaba a Burdeos | turistacompulsiva.com
La Cité du Vin. El museo del vino que le faltaba a Burdeos
Muchos preguntan qué ver en Burdeos y mis seguidores enoturistas qué ver en torno al vino. Y lo cierto es que la ciudad, en sí hasta ahora no tenía mucho en torno al vino, aparte de las tiendas. Esto ha cambiado con la Cité du Vin y también parece estar cambiando el aspecto general de la ciudad. Un poco al estilo Bilbao. 



Cité du Vin. Burdeos. | turistacompulsiva.com
La luz se refleja en la Cité du Vin
La Cité du Vin se ha construido con un moderno edificio (muy estilo Guggenheim, la comparación con Bilbao es inevitable) de los arquitectos Anouk Legendre y Nicolas Desmazières de la agencia XTU. El edificio es un gran decantador que quiere recordar el vino, la viña, el envase y, al tiempo, hacer un homenaje al río anexo, el Garona. Podéis descubrir más sobre la arquitectura espectacular de este edificio en este enlace. Lo cierto es que el edificio es magnífico y el reflejo del río hace que su aspecto sea cambiante a lo largo del día dependiendo de la luz, simulando el color claro de la piedra con la que están construidos los edificios de la ciudad.

Llegamos al museo sobre la 1 del mediodía y nos preguntamos ¿Dónde comer cerca de la Cité du Vin?. El propio museo tiene un buen restaurante en la parte superior, con unas vistas maravillosas y unos precios acordes. En la planta baja también hay un snack-bar por detrás de la tienda de vino. Nosotros decidimos dar un paseo por la orilla del Garona donde hay mucha oferta de restaurantes con terraza. Muy cerca del museo encontramos un antiguo hangar de puerto reconvertido en exitoso restaurante. Les Tontons es un lugar muy frecuentado por familias y amigos por su curioso concepto. Ofrecen un buffet lible de entrantes y de postres y un plato del día a elegir con un precio fijo. El básico son 15€ y si quieres hamburguesa premium o tartar de buey pasa a ser de 19€ + bebidas (café incluido) Nos pareció un buen precio y allí comimos.

Tartar de buey en Les Tontons. comer en Burdeos | turistacompulsiva.com
Tartar de buey en Les Tontons, a dos pasos de la Cité du vin

Probamos un Burdeos tinto de precio económico (16€) L'Orangerie de Carignan, más por precio que por conocimiento pero resultó ser un compañero ideal para los entrantes variados: ensaladas, embutido, quiche, pizza, fritos..., nuestros platos principales y los variados postres que incluían 3 tipos de quesos franceses que fueron la guinda de una comida muy agradable. Para las 14:30 ya estábamos listos para disfrutar del museo.

queso y vino en les tontons. Burdeos | turistacompulsiva.com
El mejor postre: quesos, vino y buena compañía

Para empezar, podéis evitar las colas reservando las entradas con antelación o comprándolas en las máquinas expendedoras de la entrada (nos sorprendió que nadie las usara) La cola en taquilla es imprescindible para entradas con precio reducido, pero si no estás en ese grupo, las de la entrada son más rápidas y te evitas la cola.

La planta baja está ocupada por la taquilla, la tienda de vinos y la tienda de regalos. En la primera planta hay varias salas de eventos y exposiciones temporales y la biblioteca. En la segunda planta se ubica la exposición permanente. A la entrada de la exposición permanente os darán los auriculares y una especie de iphone en el que van los audios de las diferentes zonas en tu idioma, nosotros hicimos la visita en español, que se agradece con mi pobre nivel de francés.

Mesa dedicada a Rioja en la Cité du Vin Burdeos | turistacompulsiva.com
Mesa dedicada a Rioja en la Cité du Vin

El interior del museo te da la bienvenida con unas espectaculares imágenes de viñedo (en las que eché de menos Rioja, sí estaba Lanzarote como representante española). La primera zona amplia recorre la viticultura por el mundo. Con unas mesas interactivas puedes recorrer el mundo vitícola, contado por sus agricultores, ingenieros y bodegueros. En Rioja vi algunas caras conocidas como Rafa Vivanco y Mª José López Heredia. Me gustó conocer las historias de los productores de cada país, pero para escucharlas todas necesitas más de una hora.

Seguimos adelante con unos grandes globos terráqueos con los que podías interactuar para conocer la influencia del vino en el clima (y al revés), la economía, el comercio... muy interesante.

De ahí pasamos al laberinto de la historia, desde los primeros vestigios y los egipcios, pasando por griegos y romanos, los monjes, el vino santo, la edad de oro francesa, la burguesía y la popularización del vino y la gastronomía hasta nuestros días. Un verdadero viaje interactivo en el tiempo. Para ver todos los vídeos y escuchar todas las historias os hará falta muuucho tiempo y la verdad es que el espacio de cada sala es estrecho para tanta gente. Aunque uno se puede hacer una idea escuchando sólo uno por sala.
Olores del Vino. Campanas de aromas. Citè du vin Burdeos | turistacompulsiva.com
Olores del Vino. Campanas de aromas

Seguimos la visita poniendo en juego los sentidos. Grandes campanas de cristal esconden los aromas del vino, que el visitante va descubriendo como en un juego. Resulta muy entretenido y muy fácil adivinar los aromas(sobre todo porque se ven en las campanas) Me gustaría haberlo hecho a ciegas.

Los colores del vino también tienen su espacio, con una mesa de vasos de vino en los que, también jugando, hay que reconocer los diferentes tonos.

Colores del vino. Juego interactivo. Citè du Vin. Burdeos.| turistacompulsiva.com
Colores del vino. Juego interactivo

De ahí pasamos al comedor, dos grandes mesas se van llenando virtualmente de comida mientras una famosa chef francesa charla sobre la relación entre la gastronomía y el vino.


Continuamos la visita en el interior de unas grandes botellas donde buscar vinos famosos en el mundo: tintos, dulces, rosados (entre los que se encontraban los vinos navarros), blancos y espumosos. Y, por último, una zona curiosa dedicada a las botellas, las barricas y las cubas de inoxidable. Con muchos pequeños juegos para mayores y niños. Todo el museo está preparado para que se diviertan y aprendan los más pequeños de la casa. Así que si tenéis dudas de si hacer una escapada a Burdeos con niños, no lo dudéis ni un momento, lo pasarán en grande.

Belvedere - Wine bar del la Citè du Vin | turistacompulsiva.com
Bajo estas botellas podréis probar un vino con vuestra entrada
Como fin de fiesta, hay que volver al hall para subir a la parte más alta del edificio: el Belvedere. Allí, en un gran wine bar con techo de botellas podréis elegir entre 10 referencias del mundo el vino que viene incluido en el precio de la entrada (una degustación corta, no esperéis una copa llena). Probamos un blanco dulce de Burdeos y un malbec argentino de Mendoza. Nos dio un poco de pena que no pudieras probar alguno más, aunque sea pagando un extra.

cité du vin. Burdeos | turistacompulsiva.com
Vistas desde la terraza de la Cité du Vin
Dejando aparte el museo, que como os he contado es un imprescindible, toda la ciudad está preciosa. La parte antigua y peatonal de Burdeos es un gran centro comercial al aire libre con unas tiendas espectaculares. Pero la zona donde se ubica el museo, un antiguo puerto, se ha rehabilitado y se ve que seguirá mejorando en los próximos años. Un gran paseo a orillas del Garona invita al visitante a caminar o aprovechar el estupendo transporte público de la ciudad que, en un sólo billete de 1,50€ incluye tranvía, autobuses e incluso las bicis de alquiler que están por toda la ciudad.

Burdeos bien vale una escapada para los amantes del vino, que además lo pueden complementar con alguna escapada a Saint Emilion o cualquier otro viñedo de la zona. Pero la propia ciudad, con su museo tirando del desarrollo al estilo Bilbao es un lugar maravilloso para pasar un fin de semana. Nosotros, sin duda, volveremos pronto.

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