Después de recorrer el Big Sur, la historia continúa en la segunda ciudad de California, la de las grandes cuestas imposibles, los tranvías y el encanto de ciudad pequeña (aunque no lo es) que no tienen otras ciudades americanas. San Francisco tiene un centro de la ciudad como tal, lleno de estupendas galerías de arte abiertas al público que merece la pena recorrer, tiendas, restaurantes... lo que los europeos entendemos por un centro de ciudad. El tranvía es la mejor forma para recorrer esta ciudad de calles empinadas porque además permite disfrutar de las vistas.
San Francisco está muy ligada con china y Japón ya que son numerosos los emigrantes asiáticos que se han instalado en esta zona. Nosotros elegimos Japan town para alojarnos en un hotel decorado con ilustraciones niponas, el Best Western hotel Tomo. La anécdota del viaje sucedió aquí la primera noche. Sonó la alarma de incendios a las 3 de la mañana y no sabíamos qué hacer. Nos asomábamos a las puertas todos, pero al empezar a oír sirenas de los bomberos decidimos desalojar. Yo solo salve mi iphone, ni siquiera la cartera y el pasaporte... un desastre en caso de emergencia. Al final fue una falsa alarma y a la media hora aproximadamente pudimos volver a la habitación entre bomberos para seguir durmiendo plácidamente.
En Japan Town todos los locales están regentados por japoneses. Recomiendo justo en la calle peatonal frente al hotel una deliciosa tienda de origami que expone algunos trabajos y vende papeles y libros. Aprovechando nuestra estancia en el barrio japonés asistimos al espectáculo que supone comer en un restaurante Teppanyaki, dentro del centro comercial Nihonmachi.
De Japón pasamos a China, todo sin salir de San Francisco. Chinatown, en pleno centro de la ciudad es un lugar estupendo para los que buscan buenos precios, supermercados de comida china, en los que siempre compro algo de salsa Hoisin que me apasiona, tiendas de abalorios y otros objetos decorativos chinos, maletas...
Pero entre los callejones oscuros de Chinatown se esconde uno de los lugares más curiosos de San Francisco, el obrador-tienda donde elaboran las famosas galletas de la suerte, unos barquillos que esconden un mensaje dentro. Las hay para adultos o para todos los públicos en función de los mensajes. compramos ambas.
En chinatown recomiendo comer en House of Nanking, el mejor chino en el que he comido nunca, a pesar de sus mesas casi compartidas y su aspecto, no hay que dejarse impresionar, la comida era espectacular. No permiten reservar y suele haber colas de gente esperando mesa.
Otro must en San Francisco es dar un paseo por el puerto, especialmente por el 39 que es donde reposa la colonia de leones marinos. En esta zona se pueden alquilar bicicletas (es casi lo único llano de San Francisco) y está lleno de tiendecitas, mercadillos, bares y restaurantes de marisco. Hay una famosa fábrica de chocolates cuya tienda es una tentación casi insalvable.
Desde los muelles se divisa (si no hay niebla que es lo habitual) la isla de Alcatraz, que tiene numerosas visitas y tours organizados. No nos interesó demasiado y había que elegir.
Los leones marinos resultan curiosos, al menos para mi que tenía la impresión de que este tipo de animales no vivían mucho más al sur que Alaska, pero al parecer también en estas aguas calientes de California los hay y en cantidad.
El atardecer en los muelles resultó especialmente bonito por su luz dorada. En la parada del tranvía, la última de la línea, se puede ver como entre dos hombres dan vuelta al vagón a mano sobre una plataforma circular para ponerlo de nuevo mirando a la ciudad.
Al día siguiente cruzamos el Golden Gate. Las mejores vistas del puente se consiguen desde el mirador que está al otro lado. Mucha gente lo cruza en bici para acercarse luego a Sausalito con sus bonitas casas flotantes para coger luego el transbordador que te devuelve a la ciudad cruzando la bahía.
Pero nuestro viaje no podía terminar sin visitar Napa, La Rioja americana y sus bodegas; pero eso lo dejo para el siguiente post.
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